
Fuente: Contreras D. (2025). La contraloría ciudadana autónoma del agua como un sujeto de la sustentabilidad hídrica en Ávila V. et al. (2025), El Agua en la Megalópolis de México (1era ed., Vol. 1 pp. 203-213) México: Publicaciones del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECyT).
Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/394115321_El_Agua_en_la_Megalopolis_de_Mexico
Resumen
Para enfrentar la crisis del agua es fundamental un cambio de paradigma de la gestión del ciclo socionatural del agua, el cual se realizará a través de un sujeto que asume un proceso de destrucción crítica y construcción creativa, para transitar hacia un nuevo paradigma sustituyendo el anterior, por lo tanto, no hay paradigma sin sujeto ni sujeto sin paradigma.
El sujeto de la sustentabilidad hídrica, desde una consideración general para cualquier territorio, asume su autonomía, su propio poder, y se hace cargo de promover las Contralorías Ciudadanas Autónomas del Agua como una organización permanente y comunitaria, haciéndose responsable de la defensa del agua como bien común, la exigencia del derecho humano al agua y la construcción del buen gobierno del agua.
A nivel nacional, en México, hay diversas experiencias de contralorías sociales o ciudadanas, con sus éxitos y fracasos, pero esta reflexión busca fortalecer el aspecto político. Por lo tanto, se proponen los conceptos de legitimidad, voluntad popular y soberanía para fundamentar teóricamente la praxis política de la Contraloría o de organizaciones diversas, que buscan el cambio de paradigma y están en la permanente lucha por la justicia sociohídrica.
Introducción
La actual crisis del agua se sigue agudizando en nuestro país y en el mundo. Si exploramos los hechos durante el año se constata que la vida de las personas se ve afectada por el agua en dos grandes momentos, en el periodo de estiaje y el periodo de lluvias.
Una propuesta para resolver las problemáticas y necesidades que afectan a la población, es que la misma ciudadanía se asuma como un sujeto, que tiene que ser parte de la toma de decisiones en su territorio para transitar hacia un paradigma de la sustentabilidad del ciclo socionatural del agua. El cambio de paradigma no se da automáticamente o solo con enunciarse, implica que hay un sujeto que cuestiona el paradigma vigente y lo pone en crisis, a través de la problematización, porque ya no ofrece soluciones necesarias ni responde a este sujeto. Por lo que se revisará la definición de paradigma y el proceso que se desarrolla en el transitar de un paradigma hacia otro.
El sujeto, en términos generales, es quien asume su responsabilidad de responder ante la realidad, por lo que tendrá que buscar la forma de concretar su acción respecto a lo sociohídrico, considerando la gestión integral del agua. De esta manera, se abordará que el sujeto de la sustentabilidad hídrica es la Contraloría Ciudadana Autónoma del Agua. Como todo proceso de creación y organización se necesita una fundamentación teórica y se enunciarán conceptos relevantes de la praxis política, que permiten impulsar el cambio de paradigma.
Contexto general
La crisis del agua que se vive actualmente se ha gestado por diversos factores y las problemáticas se siguen agudizando cada año. Por esas razones la crisis del agua es un conjunto policrísico, como lo nombra Edgar Morin (1993), y considera que
“No es posible, así, poner de relieve un problema número uno que subordine todos los demás; no hay un sólo problema vital, sino varios problemas vitales y esta intersolidaridad de los problemas, antagonismos, crisis, proceso incontrolado, crisis general del planeta, constituye el problema vital número uno (1993).”
Regresando al tema del agua, las afectaciones se presentan en los periodos de estiaje, de manera más aguda en sequía, y de precipitaciones, esta situación se perpetuará si se mantiene como dominante el paradigma de la dominación de la naturaleza, el modelo extractivista y el agua como bien privado. Estos tres enfoques son cuestionados con los planteamientos de diversos autores.
a. Paradigma de la dominación de la naturaleza
Pedro Arrojo, actual Relator Especial sobre derechos humanos al agua potable y saneamiento, en su libro El reto ético de la nueva cultura del agua (2006), resalta que este paradigma se impuso contra el paradigma que concibe a la naturaleza como madre, quien genera y sostiene la vida. A través de la ciencia y la técnica, que responden al sistema de producción capitalista, se deja de concebir a la naturaleza como una madre y se percibe como un objeto a dominar y para los fines del ser humano. Arrojo no estigmatiza ese enfoque como algo totalmente negativo, porque ha permitido un tipo de desarrollo que ha mejorado las condiciones de vida de millones de personas durante siglos, pero ha provocado un quiebre del orden natural por la prepotencia e imprudencia humana, así como ignorar las externalidades que ponen en riesgo a las próximas generaciones.
Este paradigma produce una permanente crisis del agua y social, porque no garantiza la sustentabilidad. A la fecha siguen millones de personas que no se les garantiza el acceso al agua potable, se degradan los ecosistemas por la contaminación, no se respetan los ciclos socionaturales del agua en las cuencas hidrográficas, entre otras.
b. Modelo extractivista
La ruptura del ciclo socionatural del agua -considera el siguiente autor- fue instaurada por la dinámica de acumulación por despojo y por la dominación colonial para extraer la riqueza de los nuevos territorios en los que la ocupación europea, a partir del siglo XVI, se impuso con la presencia militar. Pedro Moctezuma (2003) considera ese momento histórico como el precedente de la crisis sociohídrica. Posteriormente, en el siglo XIX el sistema de haciendas buscaba apropiarse de mayores extensiones de tierra y de agua, negando a lo largo y ancho del país los dos elementos fundamentales para la vida de las comunidades.
En el siglo XX, el agua se acaparaba en grandes ranchos o agronegocios, así como se destinaba para abastecer a las ciudades. A finales de este siglo, se impone la Ley de Aguas Nacionales como una, entre tantas otras, condición del expresidente George Busch de los Estados Unidos de América para la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ese Tratado facilitaba la entrega de los recursos naturales de México. En el caso del agua, se necesitó erigir la Comisión Nacional del Agua, como un organismo del gobierno. El autor, Moctezuma, señala que esta autoridad no tenía contrapesos sociales ni administrativos, que le permitía otorgar concesiones con la dinámica de compraventa y a lo largo de los años hay un sobreconcesionamiento de las cuencas del país.
Otros aspectos que generan esta crisis son las megaobras que afectan el territorio y a las comunidades, por ejemplo los trasvases (extraer agua de una cuenca para llevarla a otra cuenca), la proliferación de pozos, pozos ultraprofundos, megatúneles, contaminación del agua por la minería e industria. Por último, se puede cuestionar que las problemáticas no son por la sequía, sino por el saqueo “(…) con dinámicas de poder basadas en la desigualdad social y la capacidad de grandes intereses para intentar torcer la naturaleza y alterar el territorio en función de sus ambiciones financieras, económicas y políticas (2023).”
c. El agua como bien privado
En la concepción del capitalismo neoliberal del mercado el agua se considera el oro azul. Enrique Leff y el papa Francisco (máxima autoridad de la Iglesia católica) afirman algo semejante, el primero: “El agua es fundamental para la vida (2010).”; el segundo, en la encíclica Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común expresa: “El agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos (2015).” Bajo la lógica del mercado el agua se ve como una mercancía que se compra y vende. Quien la posea la ofrece de muchas maneras en el mercado y exige que los usuarios paguen por el suministro de agua, en caso de no realizar el pago de esta mercancía no se les dota del vital líquido. El papa Francisco considera que el riesgo, siempre latente, de la privatización del agua bajo el control de las empresas mundiales es que “(…) se convierta en una de las principales fuentes de conflicto de este siglo [XXI] (2015).”
Al tratar estos puntos, Enrique Leff plantea que son para dimensionar la magnitud del problema y que es necesario superar esta crisis porque: “La ‘crisis del agua’ es en última instancia una ‘crisis de la vida’, de la diversidad biológica y de las condiciones de la existencia humana en el planeta (2010).”
Paradigma
En tiempos de crisis se buscan nuevos caminos que posibiliten salir o ir más allá de la crisis. Una respuesta, que se usa frecuentemente, es: ¡se necesita un cambio de paradigma! Por lo que se quiere es transitar del paradigma A al paradigma B. Se pone en cuestión el paradigma vigente o dominante porque ya no brinda las soluciones necesarias. El anuncio del nuevo paradigma no es un proceso de desarrollo lineal o que se instaure de manera automática, sino que es un proceso revolucionario y de conflicto, de partidarios (comunidad), quienes crearán y promoverán el nuevo paradigma.
Las categorías antes mencionadas serán muy útiles para generar una concepción, sobre la constitución de cualquier paradigma, mismas que se retomarán del libro La estructura de las revoluciones científicas (2013) del físico, filósofo e historiador de la ciencia Thomas S. Kuhn.
a. Crisis
Las crisis son el precedente del surgimiento de algo nuevo, porque empieza un cambio de perspectiva con la presencia de muchas anomalías que comienzan a cuestionar y socavar lo que se consideraba como válido, se pone en duda lo establecido, porque algo no está bien. El paradigma dominante ya no satisface las expectativas para dar una solución ni los hechos se ajustan al planteamiento de este. Este proceso puede darse de manera gradual o de manera intempestiva, dependerá de la intensidad de la comunidad de hacer la debida promoción, pero también de la aceptación o rechazo de otros sujetos. Comenzará a gestarse un cambio y ajuste de los conceptos, categorías, prácticas, metodologías, modos de proceder, entre otras para dar contenido y forma al nuevo paradigma. Respecto a la teoría, Thomas Kuhn menciona tres momentos distintos, uno, que “(…) la proliferación de diferentes versiones de una teoría es un síntoma muy corriente de crisis (2013)”; otro escenario, las crisis genera un ambiente para que surjan nuevas teorías y den respuestas a la crisis (2013).”
El paradigma vigente no ve ninguna anomalía ni se considera estar en crisis, al contrario, puede reafirmarse con mayor ímpetu en sus principios y fundamentos. Por ejemplo, en el capitalismo neoliberal en un momento histórico se afirmaba que para salir de la crisis se necesitaba más mercado, actualmente sus ideólogos ven necesaria, con ciertas restricciones, la intervención del Estado.
La crisis abre un nuevo camino, incierto, para quienes quieren impulsar un nuevo paradigma. Requieren mayor esfuerzo para convencer con la nueva propuesta de paradigma y que sea aceptada. En caso de que la crisis se resuelva con el paradigma anterior, el paradigma todavía tiene la capacidad de resolver problemas con los modos que ya se disponían y su vigencia puede posponerse en el tiempo.
Se pone fin a una crisis por la tensión entre paradigmas con una revolución, porque implica el cambio radical de una manera de concebir y estar en el mundo hacia otra muy distinta, se transtita del paradigma A al paradigma B, con lo cual no se busca corregir lo que estaba mal del paradigma vigente, sino afirmar la ruptura para brindar nuevas soluciones desde un nuevo punto de partida, tanto en contenido como en forma, con nuevos principios y fundamentos.
b. Revolución
Desde el texto de Kuhn se aborda la revolución en el campo de la ciencia, lo cual tendrá diferenciaciones sustantivas con los procesos revolucionarios sociales, políticos y económicos de la humanidad. Pero quiero resaltar algunos elementos fundamentales para repensar, análogamente, lo revolucionario en un proceso político.
El aporte de Kuhn sobre la revolución es que acontece en episodios y no es instantánea. De manera sincrónica se inicia la destrucción de la tradición vigente y la construcción de una nueva tradición, hay cambios de compromisos, se origina una nueva base de un conjunto de consideraciones para solucionar o atender las problemáticas. Tampoco se da solamente por una persona y la reconstrucción implica la intervención de comunidades, mismas que reconstruyen la teoría y la práctica, reevalúan todo lo anterior y promueven el nuevo paradigma ante todo mundo o a un sector en especial, que desean lo asuman para estar unidos. Este proceso, omitiendo lo relacionado con la ciencia y la física, se podría expresar de esta manera:
Las transformaciones de los paradigmas constituyen revoluciones y las sucesivas transiciones de un paradigma a otro mediante una revolución constituyen el patrón usual de cambios (2013).
El proceso revolucionario puede tener algunas consideraciones como no ser absoluto, hay revoluciones pequeñas o grandes, desde el sentido de su extensión se logra por trastocar otros ámbitos de la vida y asuman replantearse totalmente. Un caso en la ciencia fue con la teoría de Einstein, el autor resalta que fue necesario cambiar los contenidos familiares y establecidos de los conceptos, en este sentido la transformación teórica resulta en la destrucción del paradigma dominante, porque no adicionó cosas nuevas, sino que la revolución científica hizo “(…) un desplazamiento de la red conceptual a través de la cual el científico ve el mundo (2013)”, por lo que la revolución hace que el paradigma anterior sea incompatible e inconmensurable con el nuevo.
El proceso revolucionario es el que permite transitar a un nuevo paradigma y transformar la realidad. El mundo se ve nuevo, se contemplan cosas nuevas que antes no existían y se reescribe la historia.
c. Partidarios
Los paradigmas están en una tensión hostil. El nuevo paradigma busca constituirse para que se asuma como general, esto provoca la reacción de los partidarios del paradigma vigente. Durante este proceso revolucionario se van gestando cambios mutuos, lo que permitirá mostrar cuál responde a la realidad para superar la crisis. Todo paradigma puede ser rechazado o aceptado, eso lo deciden los partidarios al realizar la comparación y optar por continuar con el vigente o iniciar la construcción del nuevo horizonte que brinda el nuevo paradigma.
El autor realiza una reflexión política sobre el proceso revolucionario. Quiero resaltar las siguientes ideas. La crisis al profundizarse genera, cada vez más, que los proyectos o posturas concretas en tensión provoquen el compromiso de las personas por un paradigma u otro, porque creen que desde esa propuesta se logrará reconstruir la sociedad. El autor expresa:
“En este punto, la sociedad está dividida en campos o partidos enfrentados, uno de los cuales trata de defender la vieja constelación institucional, mientras que otros buscan instituir una nueva. Y, una vez que se ha producido la polarización el procedimiento político falla. Ya que difieren acerca de la matriz institucional en la que se ha de producir y evaluar el cambio político, ya que no reconocen un marco suprainstitucional para dirimir las diferencias revolucionarias, los partidos de un conflicto revolucionario han de apelar finalmente a las técnicas de persuasión de masas (…) (2013).”
Por la crisis y la aceptación de un paradigma se provocan modos incompatibles de la vida comunitaria y que se enfrentan con el mismo fin, de reconstruir la sociedad, pero han cambiado radicalmente los modos y los contenidos para ese fin. Se aviva la discusión de cada grupo en defensa de su paradigma y se busca que se unan más partidarios, para lograr alcanzar que un paradigma tiene el consenso generalizado de la comunidad. Thomas Kuhn menciona una situación que me parece es relevante. “La competencia entre paradigmas no es el tipo de batalla que se pueda resolver mediante pruebas (2013)”, porque cada partidario va a defender hasta las últimas consecuencias su paradigma y su tradición, será difícil persuadir a la otra parte y aunque se argumente, en este momento de tensión cada parte reafirmará su postura.
El paradigma se generaliza cuando los partidarios logran producir una teoría más sólida y generar prácticas ejemplares que las puedan replicar más sectores de la comunidad. De esta manera, por el trabajo de los partidarios se logra consolidar el nuevo paradigma como el vigente, que será un nuevo punto de partida para abordar la realidad y el desafío de crear lo nuevo desde este nuevo paradigma.
Sustentabilidad
El ciclo extractivista (Serratos, 2020) desde el paradigma de la dominación de la naturaleza, se enfoca y desata todas sus fuerzas para extraer la mayor cantidad de recursos como materias primas al menor costo y transformarlas en mercancías para obtener la mayor ganancia, sin importar el deterioro ambiental ni social de las comunidades. Esto provoca una ruptura metabólica. Asimismo, no se respetan los propios límites de la naturaleza para su reproducción, de esta manera solo importa garantizar al máximo el funcionamiento del mercado y del capital, y no de la vida en general.
Para enfrentar al paradigma de la dominación de la naturaleza se propone el paradigma de la sustentabilidad.
Este texto usará la categoría de sustentabilidad, aunque lo considero, terminológicamente, como sinónimo de sostenibilidad. Asimismo, a los autores que haré referencia unos usan sostenibilidad, por lo que los traduciré por sustentabilidad, porque para garantizar el ciclo de la vida con sus diversos ciclos, sustentan y sostienen la vida del ser humano y de la naturaleza. Realizada esta breve aclaración se determinarán las ideas fuerza de la sustentabilidad.
La primera idea fuerza de la sustentabilidad es evitar la destrucción del planeta y garantizar una vida digna. Luis Zambrano (2019) pide que se tenga una nueva visión y ya no perpetuar el ciclo extractivista que está absolutizado por la economía, con la dinámica de si aumenta la demanda de más materia, se requiere más energía y más espacio. Propone que si se quiere una verdadera sostenibilidad se tiene que partir de la dinámica de la naturaleza y se tiene que respetar cualquier ecosistema. “La naturaleza misma puede ayudar a repensar las ciudades (Zambrano, 2019)” y romper con la contradicción de campo y ciudad. Cualquier forma de vida del ser humano en sociedad tiene que ser sustentable y que no se perpetúe exponencialmente el ciclo extractivista, el cual reinicia ad infinitum porque el mercado le pide más mercancías para saciar a una sociedad insaciable de consumo desmedido. Se tiene que detener ese ciclo y moderar la demanda de materia prima, del consumo energético y de espacios, para garantizar la conservación, protección, regeneración de los ecosistemas, porque la “(…) estructura y dinámica de cada ecosistema (…) (2019)” es única y propia. Se busca sustentar la comunidad de vida que habita en la única casa común (Boff, 2013)– como lo considera Leonardo Boff – y requiere de la participación organizada desde una democracia socioecológica para garantizar la vida de las futuras generaciones, de la ciudadanía y de los ecosistemas (2013).
La segunda idea fuerza es promover la reparación de la fractura del metabolismo por la relación del ser humano y la naturaleza. Se tiene que asumir la responsabilidad diferenciada de quienes provocan la destrucción del planeta y no se sigan afectando los procesos de los ciclos naturales ni el desgarramiento entre el ser humano y la naturaleza. El pensador Kohei Saito retomando a Karl Marx con quien justifica la urgente necesidad de un cambio drástico para reparar la fractura, pero se necesita una “(…) producción adaptada a los ciclos de la naturaleza (2023).”
Como un nuevo paradigma, el paradigma de la sustentabilidad, se tendrá que promover con la propuesta de más ideas fuerza como líneas generales de acción para el sujeto de la sustentabilidad hídrica y desde un enfoque del pensamiento sistémico y complejo.
Sujeto de la sustentabilidad hídrica
Abordar la categoría de sujeto es central para este trabajo porque es quien construye el paradigma de la sustentabilidad y de manera concreta se organiza a través de la Contraloría Ciudadana Autónoma del Agua.
Ningún sujeto está determinado de manera a priori, se construye porque es el protagonista de los procesos políticos, los cuales cambian en cada momento histórico. Dependiendo de las circunstancias el sujeto político establecerá sus estrategias, objetivos y líneas de acción para transformar la realidad.
Desde el aporte de Demian Selci (2018) el sujeto es sujeto en tanto que se hace cargo de sus demandas, asume su responsabilidad por el otro y participa, pone el cuerpo en el proceso de politización de los demás. La politización no es sólo demandar, sino asumir una lucha por las demandas propias y ajenas. Para lograr lo anterior, como sujeto tiene que estar organizado con otras y otros, salir de su yo para integrarse a la organización o comunidad y dar resultados políticos, los cuales se cristalizan en la transformación de la realidad.
El sujeto inicia un proceso de construcción histórica con una identidad colectiva heterogénea evitando la fragmentación y como fin el bien común con proyectos compartidos. El fortalecimiento del sujeto es a través de su unidad y articulación para ampliar sus fuerzas (Barrios, R. G., & Estrada, S. M., 2022). Asimismo, el sujeto toma sus propias decisiones (2022) para definir el rumbo histórico de sus luchas.
Este primer acercamiento a la categoría del sujeto es para tener una propuesta genérica que estará condicionada por aspectos sociales, culturales, ambientales, geográficos, etc.
El siguiente momento es abordar al sujeto de la sustentabilidad hídrica. La construcción de este sujeto considera ser parte del proceso, para “(…) recrearnos en comunidad y rearticularnos con la naturaleza[,] necesitamos dejar de ser objetos de manipulación y construirnos como sujetos (Moctezuma, 2023)”. El planteamiento del autor asume al sujeto como alguien que se integra a la naturaleza y no de manera aislada, para lograr ir más allá de crisis civilizatoria.
Este sujeto tiene que estar muy ligado al agua, a la cuenca y a la comunidad (rural o urbana), porque es en el territorio donde se asume la organización, se plantean los problemas y necesidades comunes para establecer la lucha y el cuidado del agua. Se trabaja para construir desde abajo y de manera horizontal el buen gobierno del agua, considerando sus propias fuerzas, capacidades, posibilidades y limitaciones. Es importante conocer diversas experiencias de procesos de construcción del sujeto de la sustentabilidad hídrica en nuestro país, porque permiten aprender respecto a cómo se sostiene y sustenta una lucha durante años, Moctezuma menciona:
“El movimiento por el agua en México ha logrado articular procesos organizativos, pasando de luchas defensivas a la movilización amplia, con avances desde lo local a lo regional y nacional, y con aprendizajes de luchas exitosas y también de reveses, hasta convertirse en una fuerza social autónoma. El movimiento de ha adaptado a las distintas circunstancias y ha abierto espacios anticipativos de manejo alternativo del agua (…) (2023).”
En el capítulo De actor social a sujeto social organizado en el contexto del ciclo socionatural del agua, del libro Problemas del agua en México ¿Cómo abordarlos? (2022), los autores señalan una serie de atributos no limitativos y su articulación sistémica para responder a las problemáticas del agua (2022, p.38). Estos se presentan de la siguiente manera:
- Estar informados.
- Ser participativos, persistentes, resilientes, influyentes (poder de decisión, convocatoria y buen discurso).
- Tener capacidad organizativa, conciencia del problema específico a resolver, empatía por los problemas de los semejantes, capacidad poiética para incidir en las transformaciones, amplia visión de los problemas comunitarios, planificación comunicativa, comunicación fluida horizontal y verticalmente, capacidad dialógica con conciencia en el proceso de pensamiento individual y colectivo, conciencia intercultural, capacidad de construcción de acuerdos, como el valor a mecanismos democráticos de toma de decisiones colectivas.
- Actuar con transparencia.
- Fomentar la equidad e igualdad de género e inclusión de diversidad.
La participación generará una prospectiva (visión de futuro) para evitar encasillarse en los problemas y soluciones en un tiempo a corto plazo o inmediato, sino atender a lo urgente, desde la articulación temporal del corto, mediano y largo plazo. Es importante mantener un espíritu utópico para hacer realidad el buen lugar para todas y todos, todos los días, el cual se logrará cuando a nadie le falte agua. Esta concepción necesita de una ética del bien común.
La ética del bien común es fundamental como parte del modo de actuar del sujeto de la sustentabilidad hídrica, para que se garantice la vida del ser humano y de la naturaleza. A continuación, se distinguirán dos éticas: la del mercado y la del bien común, porque es necesario elaborar una propuesta ética ante la ética del mercado.
No se trata de negar que la sociedad de mercado no tiene una ética o que la niega, realmente tiene su ética y por eso hay una sensación y conciencia de que se actúa bien. Por tal razón es conocer cuál es la ética del mercado, con su lógica y dinámica, la cual se da a partir del mercado que rige y norma la vida, las instituciones y los campos prácticos de la realidad como la economía, la política, la educación, etc. Es una ética formal (parte de las normas y no de la vida) y absoluta, porque quiere abarcar todo y promueve un interés general sin asumir ninguna responsabilidad de sus consecuencias sobre la vida del ser humano y de la naturaleza, su única autolimitación es cuando se afecta su criterio de la máxima ganancia. El pensador y economista Franz Hinkelammert señala respecto al actuar de la humanidad y de la sociedad se da de manera atomista, desde acciones fragmentarias de individuos (2006), las cuales generan efectos indirectos destructivos como “(…) la exclusión, la destrucción del medio ambiente y el socavamiento de las relaciones sociales. Actualmente penden como amenazas globales sobre nosotros (2006).” Esta realidad genera una crisis y nos permite impulsar otra ética, la ética del bien común.
La dimensión imprescindible de la ética del bien común es la vida humana y de la naturaleza. Lograr el bien común es una tarea compleja y no se deben usar simplificadores tanto de las problemáticas como de las soluciones, se tiene que profundizar críticamente la realidad para trabajar soluciones complejas.
Otro rasgo de la ética del bien común es la responsabilidad, ningún sujeto evade la responsabilidad de sus acciones, toma conciencia de estas y se hace cargo de los efectos indirectos para atenderlos. La responsabilidad no parte ni se centra en las acciones fragmentarias de los individuos, sino las integra junto con las instituciones y diversos sectores de la población.
El bien común cuestiona al interés propio del individuo y al interés general del mercado, no con la pretensión de su eliminación, sino pretende mantener una relación de conflicto y de resistencia que interpela constantemente al sistema, porque el bien común, desde la reflexión de Hinkelammert (2006), es un criterio sobre las leyes y normas para posibilitar la vida del ser humano y de la naturaleza.
Volver al agua
Con la expresión de Enrique Leff: “El agua es un elemento vital para la sustentabilidad de los ecosistemas y para la vida social (2010)” nos invita a reconsiderar porque siempre tenemos que partir de la relación: agua y vida, porque el ser humano interviene en el ciclo socionatural del agua. A pesar de la abundancia de este líquido vital, como lo afirma Ghislain De Marsily, cuando falta o se degrada resulta ser una penuria cruelmente resentida (De Marsily, 2005), la contaminación de los cuerpos de agua y su injusta distribución por la mala gestión. Cuando hace falta de manera grave la misma población entra en conflicto. Por ejemplo, un caso crítico es el que menciona Serratos en su libro de Capitaloceno (2020). En Madhya Pradesh, India, se empieza a normalizar hablar de la guerra del agua y las personas se matan para conseguir una dotación, para resguardar el vital líquido el gobierno envía a la policía.
Es necesario considerar que el agua es un componente que garantiza la vida desde un punto de vista sistémico, como lo plantea el autor Luis Zambrano, al explicitar los tres vértices necesarios para la vida humana (2019), estos son: agua, alimentos y energía. Cada uno de estos vértices no están aislados, sino que interactúan entre sí. Además, para lograr la sustentabilidad requiere considerarse a la hidrosfera (Boff, 2013), porque en ella se identifican todos los modos del agua en el planeta.
El sujeto de la sustentabilidad hídrica asume su responsabilidad de promover el cambio de paradigma para generar soluciones y proyectos concretos encaminados a superar la crisis del agua con una ética y el agua como bien común, por lo que no debe considerarse el agua como una mercancía ni ser sometida a la lógica y dinámica del mercado. Un aporte sociohistórico de Saito (2023) sobre la concepción del agua como algo común es que al considerarse de esa manera hay una abundancia para la comunidad de este recurso, para satisfacer sus necesidades y de una manera gratuita, se toma el agua que se necesita y no para lucrar con ella, porque el agua al considerarse como una propiedad compartida se posibilita su gestión de manera sustentable. Se puede formular lo siguiente:
Si el agua es abundante y común es gratuita y se distribuye justamente a todas y todos. En cambio, si se considera que el agua es escaza, el mercado, como un ente abstracto sin responsables ni responsabilidades, le pone precio y comienza su mercantilización, generando una grave consecuencia: quien no tenga para pagar por el agua no la recibe.
La concepción del agua como un bien común es considerarla como: un bien abundante, una riqueza pública y con una disponibilidad libre para garantizar la vida de las personas y de la naturaleza. Desde las categorías de Marx, se considera que el agua debe ser un valor de uso (Saito, 2023) y no un valor de cambio, porque este valor es fundamental para satisfacer las necesidades del ser humano. Con esta síntesis, el agua como riqueza pública, abundante y disponible “(…) aspira a que la ciudadanía recupere la gestión (…). Lo común es la práctica de métodos de gestión colectiva (…) (Saito, 2023),” de manera sustentable y con la participación ciudadana desde el apoyo mutuo con las autoridades responsables de la gestión del agua.
Lo anterior, será un punto de partida hacia la democratización del agua a través del trabajo del sujeto de la sustentabilidad hídrica que adopta una forma más concreta de acción a través de la forma de organización de la Contraloría Ciudadana Autónoma del Agua, para trabajar directamente en el territorio en la construcción del buen gobierno del agua y promover la integración de la ciudadanía a la contraloría.
Contraloría Ciudadana Autónoma del Agua
La Contraloría Ciudadana Autónoma del Agua (Contraloría) es un modo concreto del sujeto de la sustentabilidad hídrica. Su praxis busca restablecer el ciclo socionatural del agua, promover la participación comunitaria y ciudadana en los territorios por la construcción del buen gobierno del agua y la exigibilidad del derecho humano al agua para todas y todos.
Lo fundante de la Contraloría es la organización. Desde un planteamiento de la filosofía política se resalta a la organización como una fuente para iniciar los procesos políticos.
La organización asume un proceso de politización de hacerse sujeto, de mantenerse organizado y ser un sujeto con una ética del bien común para responsabilizarse de la realidad de la vida del ser humano y de la naturaleza, pero las personas se organizan por situaciones concretas (Mouffe, 2018). La Contraloría al politizarse, por la situación concreta del agua en su vida y territorio, no sólo demanda la falta de agua y la denuncia de la contaminación, sino vela por la situación del agua en la cuenca. Toma la responsabilidad en sus manos y se encarga directamente de los asuntos comunitarios y públicos, porque atraviesan su vida y la de los demás. Otro momento relevante es hacerse cargo de organizar a otros, lo que implica que los politiza y busca la constitución de más sujetos respetando su propio proceso sin que sea idéntico al primero, porque será una organización heterogénea y pluralista. La Contraloría tiene como finalidad ser una organización plural, articulada y diversa, pero consolidarda para evitar que se diluya al momento de satisfacer ciertas demandas muy puntuales.
Como organización va forjando su propio destino por medio de su praxis concreta y su propio poder, porque confía en sí misma, aunque su proceso “(…) sea venturoso o funesto, para bien o para mal. (Selci, 2020)”, la organización replanteará su praxis para próximas luchas asumiendo sus consecuencias, sin esperar la llegada de alguien o algo para recibir cuál es la dirección correcta de su lucha y se mantiene ajeno al proceso concreto de organización. De esta manera, la Contraloría asume un compromiso performativo, actúa conforme lo anunciado discursivamente.
La Contraloría, como un modo de organización, pierde el miedo y deja de depositar la responsabilidad en otros ni delega todas las decisiones sobre el agua en las autoridades u otros poderes, sino que asume su responsabilidad de hacerse cargo respecto al agua, porque es un bien común y necesita impulsar la defensa ante los intereses particulares o de lucro. Asimismo, la Contraloría renuncia a beneficiarse a sí misma o a un pequeño sector que le sea afín. Si se trabaja de manera organizada no basta solo anunciar pronunciamientos críticos sobre la mala gestión ni demandar y estar en espera pasiva de la atención a las problemáticas. La Contraloría asume ser parte del proceso para que las demandas sean atendidas y se resuelvan las problemáticas, porque con mayor participación las situaciones pueden resolverse de mejor manera. La Contraloría no niega la responsabilidad de las autoridades la dimensiona con sus obligaciones propias y específicas, pero quiere la integración en la toma de decisiones de manera conjunta, porque se busca el mismo fin y cada quien puede contribuir.
La Contraloría necesita asumir su legitimidad ante la absolutización o la neutralidad de la legalidad del marco neoliberal (como en México donde se tiene la Ley de Aguas Nacionales), se necesita una nueva legalidad que permita ir más allá de esa ley que no hace frente a las injusticias sociohídricas en el país. Lograr una nueva ley requiere trabajar simultaneamente en su construcción y un sujeto a participar es la Contraloría. Regresando a la legitimidad, la Contraloría tiene que asumir su legitimidad política, para determinar desde sus decisiones, las decisiones de las autoridades o en el mejor de los casos llegar a consensar acuerdos de manera mutua.
La Contraloría será el sujeto que cuestione el marco legal, que afecta la vida del ser humano y de la naturaleza, porque ya no es válido que las autoridades digan: “es legal”. Ese argumento en un contexto democrático es antidemocrático, porque la democracia, en términos del antidemócrata Carl Schmitt (2006), es la identificación de la voluntad política (gubernamental) con la voluntad política. La ley o la legalidad no decide formalmente por sí misma, son personas concretas con cierta responsabilidad que utilizan lo legal para justificar algo a pesar de que sea injusto, así como cualquier decisión por parte de las autoridades será legítima si se identifica con la voluntad política de la Contraloría o de otros sujetos de la sustentabilidad hídrica. Esta construcción de un nuevo sistema legal, con nuevos fundamentos, deberá estar en tensión con las exigencias legítimas de la voluntad popular en tiempos normales y extraordinarios. Esto implica un desafío de crear leyes, situaciones permanentes, institucionalizar la participación para la aplicación y ejecución de las decisiones mutuas entre la Contraloría y las autoridades. Schmitt hace una referencia valiosa al proceso democrático, porque es a partir de un
“(…) compromiso de organizaciones de poder heterogéneas (…) en el escenario de un sistema pluralista. (…) la dispersión en un sistema de poder pluralista aparece en el intento de crear una especie de sustitución del Parlamento con consejos consultivos, asambleas y parecidos.
Las organizaciones de poder que comprenden miembros desde puntos de vista globales, económicos y otros distintos (en otras palabras, las sujeciones de un sistema plural) transforman la competencia estatal, federal, comunal, del Estado de Derecho y otras distintas en posiciones de sus complejos de poder, construyen mediante pactos y compromisos con otros colaboradores del sistema pluralista la voluntad estatal decisiva (…) (Schmitt, 2006).”
La Contraloría busca representar autónomamente, sin limitarse a una representatividad cerrada, la voluntad del pueblo respecto a las problemáticas y necesidades sociohídricas, por lo que evitarán los riesgos, abusos, la manipulación o creer en la debilidad y poca razón del pueblo ante las autoridades con una pretensión autoritaria. Esta tensión y colaboración de la Contraloría reconstruye al mismo gobierno, porque le plantea como punto de apoyo la voluntad popular y la permanente interpelación de la Contraloría.
Retomar el tema de la soberanía a partir del sujeto es prioritario para fundamentar la Contraloría, porque al considerarse la participación ciudadana desde el contexto democrático sólo de da si su principio soberano es el pueblo y el pueblo como sujeto organizado se materializa en la Contraloría.
Karl Marx, en su texto de la Crítica del derecho del Estado de Hegel, cuestiona el planteamiento idealista en el cual solo el soberano es el monarca con el poder para decidir. La categoría relevante, políticamente, es la autodeterminación, porque el sujeto se determina a sí mismo, lo que significa que en tanto sujeto marca el momento de la decisión para determinarse y no está determinado por otro sujeto “(…) lo que constituye el principio disruptivo del poder soberano en cuanto tal (…) (Marx, 1982)”, palabras de Hegel, citadas en el texto de Marx. Regresando a la idea anterior si se desarrolla un régimen democrático para del acontecimiento disruptivo del pueblo como soberano y no una entidad unipersonal como la presidencia o el gobernante local ni otro tipo de poder que pretenda suplantar la voluntad del pueblo, porque es la voluntad real como unidad heterogénea: “(…) sólo el pueblo es lo concreto (Marx, 1982).”
La disyuntiva de quién es el soberano ¿el monarca? ¿el pueblo?, porque la soberanía es excluyente: es el pueblo o el monarca, ambos no pueden mantener un porcentaje de soberanía o repartirse la soberanía por momentos, primero uno y luego el otro, o el escenario de dos soberanías en contraposición. El criterio radical considera que si se asume un régimen democrático solo la soberanía recae en el pueblo porque, en palabras de Marx, es “(…) la verdadera unidad de lo general y lo particular (1982).” El poder del pueblo y soberanía del pueblo son dos principios fundamentales de la democracia, por lo tanto, no debería entrar en conflicto con las autoridades en la disputa de las decisiones.
La ciudadanía es otro rasgo de la Contraloría. En un proceso democrático no se puede concebir simplemente como un cliente a quien se le debe dotar de cierta cantidad de agua y realizar un pago para continuar recibiendo el líquido. En otro sentido, la ciudadanía radicaliza la democracia (Mouffe, 2018) a partir de su concepción como un sujeto de la comunidad política al involucrarse activamente por el bien común, con voz y poder para decidir lo relevante en el ejercicio de sus derechos de manera concreta, considerando cada una de las decisiones, las cuales modifican “(…) el futuro cercano de la persona y también del que la rodea (Zambrano, 2019).”
La Contraloría, por su carácter ciudadano vela por el acceso universal del servicio público del agua como un derecho socioeconómico de la ciudadanía (Arrojo, 2006), contra la privatización, el lucro, el acaparamiento, entre otros.
La Contraloría impulsará la devolución de la gestión de los servicios de dotación de agua al sector público con un modelo, entre la Contraloría y las autoridades, “(…) bajo intensa participación ciudadana (Arrojo, 2006),” para obligar en la transparencia de la gestión con el establecimiento de mecanismos internos y externos de control, de esta manera la Contraloría trabajaría para contrarrestar un diagnóstico de Pedro Arrojo de la “(…) docilidad de una sociedad civil escasamente organizada y en condiciones de gobernabilidad escasamente participativa (…) (2006)”. Esta búsqueda de nuevos modos de gobernabilidad democrática del agua tiene que partir de lo que se ha reiterado a lo largo de este texto, a través de la organización e integrando modelos de gestión pública local, regional y nacional, y romper con la falaz confrontación de quién gestiona mejor el agua ¿el sector privado o el público? Por ser un derecho humano, la gestión debe ser pública y participativa (Arrojo, 2006), pero no con los modelos actuales que son deficientes, corruptos y mercantilizan el agua.
La Contraloría será fundamental para promover la responsabilidad de la gestión pública creando nuevos modelos, los cuales de manera propositiva plantearán alternativas de gobernabilidad democrática entre la ciudadanía y las autoridades, garantizando el agua como un bien común y la sustentabilidad por encima de los intereses individuales o privados, respetando y regenerando el ciclo socionatural del agua en las cuencas. Retomando el punto de la soberanía y la decisión, Arrojo (2006) resalta:
“(…) La propia decisión de cómo organizar la gestión de los servicios de agua y saneamiento, al igual que el resto de servicios públicos básicos, debe ser motivo de procesos participativos en los que la población pueda decidir, en última instancia, la opción que entienda más adecuada.”
Para finalizar, con esta propuesta se continúa la búsqueda de profundizar e implementar nuevas formas de organización comunitaria y ciudadana, por lo que la reflexión desde lo político con las categorías de legitimidad, voluntad popular y la soberanía como tres vértices fundamentales para promover las Contralorías Ciudadanas Autónomas del Agua recae en un primer momento en su conformación, fortalecimiento y aumento de ser un sujeto que incida en su territorio, logrando mayor fuerza política y social. El segundo momento, se requiere el vínculo ante las autoridades para una toma de decisiones de manera conjunta, un proceso de esta naturaleza no podrá avanzar si se pretende que todo se solucione desde un actor, ya sea sólo desde las decisiones gubernamentales o las ciudadanas, por otra parte las comunidades y la ciudadanía tendrán que insistir en crear procesos que respondan a la realidad concreta del territorio y provocando que las autoridades responsables realmente se comprometan a resolver las necesidades y las problemáticas sociohídricas de la cuenca. Por último y tercero, se requerirá que las instancias gubernamentales generen sus mecanismos para integrar nuevas formas de organización y de participación ciudadana, no pueden acotar o restringir la participación a criterios de un marco legal que no asuma la democracia fundamentada en la soberanía del pueblo.
Problemáticas y oportunidades
Tabla 1. Problemáticas y oportunidades para la gestión integral del agua en la Megalópolis de México de acuerdo a lo presentado en este capítulo.
Problemáticas | Oportunidades |
El paradigma del dominio de la naturaleza, el modelo extractivista y la privatización del agua. | Promover por todos los medios e instancias estatales, gubernamentales, educativas, la sociedad civil, el sector privado transitar hacia el paradigma de la sustentabilidad hídrica. |
No hay reconocimiento ni promoción de las formas de organización y participación de la ciudadanía. | Reconocer a las Contralorías Ciudadanas Autónomas del Agua como una forma de organización que incida en las decisiones respecto al agua. |
No se promueve la participación ciudadana a pesar de lo que establece el artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. | Derogar la Ley de Aguas Nacionales y presentar la Ley General de Aguas y reconocer formas de organización ciudadana como las Contralorías Ciudadanas Autónomas del Agua. |
Gestión centralizada y autoritaria que prioriza la privatización y/o mercantilización del agua. | Crear modelos de gestión pública con mecanismos participativos con la incidencia directa de la Contraloría u otros tipos de sujetos de la sustentabilidad hídrica. |
Referencias bibliográficas
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